Sobre el vértigo.

Anoche soñé que me subía a un ascensor panorámico, en un edificio de muchos pisos. Tenía que ir al piso 15, pero el ascensor de pisos impares estaba dañado, por lo que tomé el ascensor de pisos pares y apreté el botón del piso 14. Por alguna misteriosa razón, los ascensores en mis sueños no funcionan bien. Trastabillan entre pisos, los botones del panel de control no sirven. El ascensor comenzó su ascenso y, al mirar al exterior, de inmediato tuve un ataque de vértigo.

Recordé con vívido temor mi visita al mirador del Klementinum de Praga, donde bajo el atlante que funge de Atlas, se puede observar en toda su magnificencia la ciudad. El mirador es un camino de acaso un metro que rodea el exterior la torre astronómica, donde una baranda de hierro que llega a mitad del pecho impide la caída de 68 metros a la calle. Tuve que caminar pegado a la pared para no perderme ésa vista que roba el aliento, rodeado de un fuerte ventarrón que exacerbaba el vacío en mi estómago.

Valió la pena completamente. El sol del atardecer hacía refulgir las cúpulas y techos de la ciudad, y los nítidos colores eran embriagadores. El paisaje era irreal y cautivador.

Mi madre dice que soñar con ascensos es algo bueno, que cosas mejores habrán de venir. Siguiendo ésa línea de creencia, ¿es el vértigo el temor al cambio?